Fenecido el gobierno de Manuel Prado en 1945, asume la presidencia de la República el Dr. José Luis Bustamante y Rivero liderando el Frente Democrático de Unidad Nacional, cuyas columnas principales eran precisamente el Partido Aprista, el Partido Comunista Peruano y un grueso contingente de personalidades independientes. Pugnas irreconciliables acerca del análisis de la coyuntura, divergencias políticas y sobre todo la ausencia de claridad en el programa de gobierno, el sectarismo hegemónico del APRA (que por estos tiempos dio inicio a su viraje ideológico y empezó a acercarse a la oligarquía terrateniente), así como el atropello a los derechos laborales, determinaron un temprano alejamiento de los sectores de izquierda del gobierno.
La crisis posterior trajo consigo la caída de Bustamante y en octubre de 1948, se perpetró el golpe de estado del general Manuel A. Odría, quien durante ocho años, (hasta 1956), gobernaría el país acentuando la sumisión a las transnacionales imperialistas e imponiendo un régimen represivo que tuvo en su siniestro ministro del interior, Alejandro Esparza Zañartu, al más feroz de sus representantes. El ochenio odriísta fue testigo de dos hechos importantes que gravitaron significativamente en el desarrollo del movimiento sindical. La modificación del modelo de acumulación económica capitalista en el Perú. Se pasó de un modelo extractivo-exportador de nuestras materias primas y recursos naturales, a otro denominado de sustitución de importaciones, que trajo consigo el surgimiento de grupos económicos ligados a las actividades financieras e industriales. De estos años data el “boom” de la pesca y el crecimiento de la industria manufacturera, metal mecánico, petroquímico, textil, etc., cuyos intereses empezaron a colisionar con los de la oligarquía terrateniente.
La negociación con Odría de la legalidad del Partido Aprista, por entonces proscrito, y su posterior apoyo militante a la elección de Manuel Prado en su segundo período presidencial (1956-1962), que inaugura el período conocido como La Convivencia, en el que participaron las huestes de Prado, los remanentes dictatoriales del odriísmo y el núcleo más conservador y anticomunista del APRA. Estos hechos determinaron el surgimiento de nuevas corrientes de opinión que, a nivel político, se expresaron en la conformación de nuevos partidos (Acción Popular, Democracia Cristiana, Social Progresista), que asumieron la defensa de los sectores modernizantes de la burguesía nacional.
A nivel gremial, esto se expresó en la usurpación de la Confederación de Trabajadores del Perú(CTP) por los apristas, entonces ya abiertamente aliados de la oligarquía terrateniente y con quienes cogobernaron durante el pradismo. Indudablemente en estas condiciones el movimiento sindical estaba desprotegido, tal como sucedió a fines de la década del 50, durante las luchas de los trabajadores del Cuzco liderados por el legendario Emiliano Huamantica, así como a comienzos de los años 60, cuando los levantamientos campesinos de los valles de La Convención y Lares, fueron satanizados por la prensa oligárquica.
En un esfuerzo por reorientar la línea conciliadora y pro oligárquica de la CTP, las bases clasistas conformaron en 1962 el Comité de Unificación y Coordinación de la CTP, que se trazó como objetivo trabajar “dentro y fuera de la CTP” y ante la imposibilidad de romper el cerco burocrático aprista, el 28 de setiembre de 1966, se crea el Comité de Defensa y Unificación Sindical, CDUS. A esta reunión asistieron delegados de catorce federaciones y cuarenta y cinco sindicatos de base. Entre los fundadores estuvieron la Federación de Construcción Civil, Choferes, de la Industria Metalúrgica, los trabajadores del Cuzco y Arequipa, así como la Federación de Pescadores del Perú y el Sindicato de la Compañía Peruana de Teléfonos, cuyo secretario general Enrique Arias Asián asumió la más alta responsabilidad. Lo acompañaron en este esfuerzo los compañeros Lázaro Gamboa, Mario Vidal Cabezas, Asunción Suárez, Jorge Rabínez Bartra, Vicente Granadino, José Chávez Canales y Luis Villaverde