LA FUNDACION DE LA FSM
La Federación Sindical Mundial (FSM) fue fundada en París el 3 de octubre de 1945. En el Primer Congreso de la Federación Sindical Mundial (París, 3-8 de octubre de 1945), se votó la fundación de la FSM y a él asistieron delegados en representación de 67 millones de trabajadores miembros de 56 organizaciones nacionales de 55 países y 20 organizaciones internacionales.
El Primer Congreso de la Federación Sindical Mundial fue precedido por la Conferencia de la Federación Sindical Mundial que se celebró en Londres del 6 al 17 de febrero de 1945 y en la que se llevó a cabo gran parte del trabajo de preparación. A la Conferencia de Londres asistieron 204 delegados de 53 organizaciones nacionales e internacionales en representación de 60 millones de trabajadores en todo el mundo. La Conferencia fue presidida por los representantes del TUC Británico, el Congreso de Organizaciones Profesionales (CIO) de Estados Unidos y el Consejo Central de Sindicatos de la URSS. Contaron con la ayuda de tres vicepresidentes – de la CGT de Francia, la Federación China del Trabajo y la Confederación de Trabajadores de América Latina. Walter Citrine, Secretario General del TUC Británico fue el Secretario General de la Conferencia.
A la fundación de la FSM siguió la Conferencia de San Francisco en la que se creó la Organización de Naciones Unidas (ONU). El Estatuto de la ONU adoptado en San Francisco el 26 de junio de 1945 declaraba: “Nosotros, el pueblo de las Naciones Unidas, determinado a salvar a las futuras generaciones de la lacra de la guerra, que dos veces en nuestra vida ha provocado un dolor incalculable a la humanidad; a reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y en el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos para hombres y mujeres y para personas de naciones pequeñas o grandes; a establecer las condiciones bajo las cuales la justicia y el respeto por las obligaciones que surjan de las amenazas y otras fuentes de leyes internacionales puedan ser mantenidas; a promover el progreso social y mejor calidad de vida en una mayor libertad y con estos fines, practicar la tolerancia y vivir juntos en paz unos con otros como buenos vecinos y unir nuestras fuerzas para mantener la paz internacional y la seguridad; a asegurar, mediante la aceptación de los principios y los métodos de institución, que la fuerza armada no sea usada más que por el interés común; y a emplear la maquinaria internacional para la promoción del progreso económico y social de todos los pueblos, hemos tomado la decisión de combinar nuestros esfuerzos para cumplir todos estos objetivos.”
El principal objetivo del Primer Congreso de la Federación Sindical Mundial no era otro más que el citado anteriormente del Estatuto de la ONU. El Estatuto de la ONU habla en nombre de “nosotros los pueblos de las Naciones Unidas”. El Congreso de París de la FSM habla en nombre de los trabajadores del mundo organizados en sindicatos que quieren un mundo libre de guerras y de injusticias sociales. La fundación de la FSM se consideró un signo precursor de la nueva era que se iniciaba con la derrota del fascismo a manos de la alianza anti-fascista de estados. Los trabajadores y las fuerzas democráticas vieron en la victoria un nuevo futuro para el mundo, un futuro libre del imperialismo y del colonialismo y en el que la libertad, la paz, la democracia y la prosperidad progresarían por el bien de toda la humanidad. Era obvio para los trabajadores y los sindicatos que las meras declaraciones de los gobiernos no bastaban. En la coalición anti-Hitler y en las mismas Naciones Unidas había gobiernos y estados que habían elogiado a Hitler y que, incluso tras la victoria ante el fascismo, intentaban abolir los movimientos liberales en los países que mantenían bajo el yugo colonial.
Por ello, era necesario construir la unidad de los trabajadores y de las naciones oprimidas del mundo, para conseguir los objetivos de la humanidad, los cuales se incluían en las Declaraciones. La unidad de los gobiernos mediante las Naciones Unidas, no era suficiente. Eran necesarias nuevas organizaciones de masas, de la clase obrera en particular. De ahí el llamamiento a la unidad sindical a escala mundial. Estas preocupaciones se reflejaban claramente en el Manifesto emitido en la Conferencia de Londres: “El trabajo organizado ha dado sus frutos tanto en el terreno de la lucha armada como en el de la producción, al crear y apoyar a las fuerzas gigantescas que ya han doblegado al fascismo y que mañana lo destruirán completamente y para siempre. “Nuestra Conferencia histórica, celebrada en el momento en el que la lucha armada está todavía viva, es una muestra de la unidad de la clase obrera y evidencia de la victoria moral de las Naciones Unidas sobre las fuerzas del mal del fascismo.”
El trabajo organizado, que en tan gran medida ha contribuido a ganar la guerra, no puede dejar en manos ajenas – por muy buenas intenciones que tengan – toda la responsabilidad de la paz. La paz será real -duradera, un paz digna de los sacrificios realizados para conseguirla- solamente si refleja la firme determinación de los pueblos libres, sus intereses, sus deseos y sus necesidades. Por todo ello, desde nuestra Conferencia Mundial hacemos un llamamiento a todos los trabajadores del mundo, a los hombres y mujeres de buena voluntad, para invitarlos a que se consagren a la construcción de un mundo mejor y para ello sacrificarse como se sacrificaron para ganar la guerra.