Isidoro Gamarra: Un legado de lucha por los derechos de la clase trabajadora peruana
La historia del sindicalismo peruano no puede entenderse sin la figura de Isidoro Gamarra Ramírez, cuya vida encarna las luchas, sacrificios y victorias del movimiento obrero nacional. A 24 años de su partida y 118 años de su natalicio, su legado permanece más vigente que nunca en la defensa de los derechos laborales y por la transformación social del Perú.
Nacido en Tarapacá el 2 de enero de 1907, territorio entonces bajo ocupación chilena tras la Guerra del Pacífico, Gamarra creció escuchando de su madre los relatos de la masacre de Santa María de Iquique, donde tres mil obreros del salitre fueron asesinados. Esta temprana exposición a la injusticia social forjaría su inquebrantable compromiso con la causa obrera.
Su camino en la lucha sindical comenzó prematuramente. A los 15 años ya trabajaba como obrero en construcción civil en el distrito de La Victoria, Lima, donde experimentó de primera mano las duras condiciones laborales de la época. Durante la crisis de los años 30 fue presa del desempleo, pero lejos de doblegarlo, esta experiencia lo impulsó a organizar los primeros «Comités de Desocupados», permitiendo el nacimiento y expansión de una innovadora forma de organización aprendida de la experiencia del sindicalismo chileno.
Los años 30 marcaron su despertar político tras la muerte de José Carlos Mariátegui en 1930. La impresionante manifestación de unidad obrera y mística durante el funeral de Mariátegui lo llevó a unirse al movimiento comunista legado por el Amauta. Fue su compromiso con esta causa que representó un fortalecimiento exponencial en sus ideas y capacidad de organización, que le significó múltiples detenciones entre 1934 y 1939 por la represión de los regímenes de Sánchez Cerro y Benavides.
La década de 1950 representó uno de los períodos más duros de su vida. Encarcelado entre 1950 y 1955, fue sometido a torturas brutales con la intención de silenciarlo, sin embargo, su espíritu combativo permaneció inquebrantable.
Gamarra fue impulsor de la fundación de la FTCCP, además de uno de sus dirigentes. Reconstituida la CGTP en 1968, gracias al trabajo del Comité de Defensa y Unificación Sindical (CDUS), fue elegido secretario general ese año y en 1969 pasó a ser su presidente. Bajo su liderazgo, la CGTP creció exponencialmente, pasando de representar a más de medio millón de trabajadores en 1976. Durante este periodo, Gamarra condujo la central con una visión clara: apoyo crítico a las medidas progresistas del gobierno de Velasco, pero manteniendo siempre la independencia sindical.
Su gestión al frente de la CGTP se caracterizó por importantes luchas. Lideró a la clase trabajadora en el histórico Paro Nacional del 19 de julio de 1977 por el cese de la dictadura de Morales Bermúdez y sus políticas antilaborales.
También destacó en la Asamblea Constituyente de 1978 que dio como resultado la Constitución de 1979; su trabajo en el senado fue reconocido como un ejemplo de la capacidad de los trabajadores organizados para incidir positivamente en la política y fortalecer la democracia.
A pesar de su edad avanzada, continuó en la primera línea de la lucha sindical durante los gobiernos de Belaunde Terry y Alan García en los años 80, defendiendo incansablemente los derechos laborales.
En 1992 fue nombrado presidente emérito de la CGTP. Hasta sus últimos días en 1999, Gamarra mantuvo su compromiso con el movimiento sindical, orientando a trabajadores desde las oficinas de la CGTP incluso cuando su salud se deterioraba. Su fallecimiento el 30 de marzo de 1999 en el Policlínico Sabogal del Callao marcó el fin de una era, pero no de su legado.
Hoy, cuando el movimiento sindical enfrenta nuevos desafíos como la precarización laboral, la tercerización y los ataques a los derechos colectivos, la vida de Gamarra nos brinda lecciones fundamentales: la importancia de la unidad sindical, la necesidad de mantener la independencia de clase, y el valor de la perseverancia en la lucha por los derechos laborales.
Su trayectoria nos recuerda que los derechos de los trabajadores no son concesiones gratuitas, sino conquistas alcanzadas a través de la organización y la lucha colectiva. Como él demostró durante más de seis décadas de activismo, incluso en los momentos más oscuros, la organización y unidad de los trabajadores pueden vencer cualquier obstáculo.
La CGTP actual, heredera de ese legado histórico, mantiene vivo el espíritu combativo de Gamarra en cada acción de defensa de los derechos laborales. Su ejemplo nos interpela a fortalecer nuestras organizaciones sindicales y a luchar sin descanso por un Perú más justo y equitativo.
El mejor homenaje que podemos rendir a la memoria de Isidoro Gamarra es continuar su lucha, organizándonos y movilizándonos por nuestros derechos. Como él siempre sostuvo, la lucha sindical no es solo por mejoras salariales, sino por la transformación profunda de la sociedad.
¡La llama de Isidoro Gamarra sigue viva en cada lucha obrera! ¡Viva la CGTP! ¡Viva la clase trabajadora!